PROYECTO ADULTO
Tartaruga comenzó por iniciativa de un grupo de personas que creía que era
necesario un proyecto de educación diferente en Madrid. Desde entonces,
Tartaruga no ha sido solo una escuelita para decenas de niñas y niños, sino que
ha sido un proyecto de vida para muchas personas.
Cambiar de manera profunda las relaciones que tenemos con nuestr@s hij@s,
y con ello las que mantenemos con el resto del mundo, es para nosotras un
camino lleno de retos y satisfacciones. Es nuestra prioridad la apuesta por un
cambio en la educación que nos permita vivir en un mundo más respetuoso no
solo con nuestras peques sino con nosotras mismas.
En un sistema como en el que vivimos, que genera desigualdades cada vez
mayores entre las personas y en una situación de crisis continua en el que la
escuela pública no solo no es repensada ni cuestionada sino que es
sistemáticamente recortada y tratada como un instrumento al servicio de las
campañas políticas, solo proyectos pedagógicos que sean accesibles para
todos y todas pueden ser realmente participes de un cambio social,
indispensable y necesario para mejorar el mundo en el que viven nuestr@s
pequeñ@s. En el caso de la educación infantil ni siquiera la pública es
completamente gratuita y la libre en muchos casos es inaccesible para la
mayoría.
Por todo ello el colectivo Tartaruga es un proyecto autogestionado, en el que
todo el trabajo se lleva a cabo por parte de las familias y acompañantes,
autofinanciado, ya que los recursos parten de sus integrantes y de la gente
que nos apoya, pero no de instituciones u organizaciones que nos exijan
acomodarnos a sus requisitos, y horizontal, pues todas las decisiones se
toman en colectivo en una asamblea en la que todas las voces se escuchan.
Esta manera de organizarse puede que no sea la más eficaz o la más fácil en
muchos momentos pero sí es la que nos parece más acorde para poder
entendernos y respetarnos de la misma manera que pretendemos hacerlo con
nuestr@s peques. Se trata de una apuesta que requiere del compromiso,
trabajo y energía de la gente que pretende formar parte del proyecto, así
como de toda aquella que se solidariza con nosotr@s, que nos apoya con una
aportación económica, una donación de materiales o cualquier gesto que nos
hace valorar y entender este proyecto como algo común y para todxs. En
concreto, el local que utiliza Tartaruga, es cedido por personas que contribuyen
de manera indispensable a que todo esto sea posible.
Para que este proyecto avance es necesaria una manera de entendernos
diferente. Es nuestra responsabilidad que Tartaruga salga adelante y se
requiere el esfuerzo de tod@s, pero en un mundo cada día más desigual, no
todo el mundo puede acceder a los mismos recursos, por lo que las cuotas con
las que las familias contribuyen en Tartaruga no pueden ser iguales. Sería
reproducir injusticias pedirle a una familia monoparental en paro la misma
cuota que una familia nuclear con una casa heredada y con puestos fijos. Se
trata de un concepto diferente, y que por tanto es difícil de asimilar y
comprender, pero, sin duda, saber apoyarse y solidarizarse entre l@s
adult@s es un ejemplo para nuestr@s peques y una contribución esencial para
el acompañamiento de su crecimiento. Es un proceso que requiere confianza
en el resto, pero también de trabajo conjunto, de discusión, de acuerdos. Es
por todo ello por lo que las cuotas se discuten en la asamblea y se repiensan
para que todo el mundo lo viva como un trabajo común.
¿CÓMO LLEVAMOS ESTO A CABO?
La manera formal de organizarnos es a través de la asamblea horizontal de familias
y acompañantes que se realiza una vez cada quince días y de las comisiones,
que son los grupos en los que se divide el trabajo. Cada persona adulta
debe pertenecer al menos a una comisión.
Además del trabajo en las comisiones las familias se encargan de limpiar el
espacio (un día del fin de semana cada dos meses más o menos) y de traer el
desayuno para todas las y los peques (un día cada dos meses más o menos).
En cuanto a lo económico, la principal fuente de ingresos son las cuotas de las
familias. La idea es que se pague en proporción a bienes e ingresos familiares.
Para tener una idea de cómo está el colectivo y las familias se hace una ronda
dentro de la asamblea cada cierto tiempo donde cada familia cuenta su situación
económica. Con las cuotas de todas las familias se debe pagar los sueldos
de l@s acompañantes y los gastos del local. Por tanto, se trata de una cuestión
especialmente sensible, a cuidar por todas y todos.
A parte del sistema de cuotas, nuestro colectivo se financia a través de otros
medios alternativos como la realización de eventos, formación, confección de
camisetas, etc. a cargo de las familias.
Suele hacerse un evento al mes, que consiste en unas jornadas de formación
que suelen impartir lxs acompañantes o alguna persona invitada. Para ello es
necesario el trabajo de difundir el evento, pedir y preparar un espacio, realizar
comida entre todas las familias, estar durante el evento y recoger al final. Este
trabajo se debe realizar entre tod@s de manera equitativa. Para ello existen
unos cuadrantes en los que poder apuntarse y repartirse las tareas.
Por todo lo explicado anteriormente Tartaruga requiere de un esfuerzo por
parte de las familias que deberán dedicarle tiempo y trabajo para que este
proyecto sea viable.
Creemos en una escuela diferente, que respete a las personas y mejore la
manera de relacionarnos. Esta escuela nos parece tan importante y buena para
nosotr@s mism@s que tenemos la firme intención de poder compartirla con
todo el mundo.
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